CAP II
La mañana era lluviosa, aquel martes comenzaba con un cielo totalmente encapotado y el frío hacía de las suyas con los habitantes del criadero de perros Garrapatas Saltarinas, especialmente con el par de cachorros hermanos que intentaban darse calor uno al otro mientras dormían, luego de haber desayunado hasta decir no más.
Todo parecía indicar que sería una jornada normal en el criadero de la Culata, todo marchaba igual que siempre, hasta que el silencio fue interrumpido por el abrupto sonido del timbre.
Al abrir la reja del lugar, dos personas, en este caso dos hombres, se encontraban ahí parados esperando ser atendidos. Habían llegado casi simultáneamente, y aunque no se conocían, ambos habían llegado hasta allí por una misma razón.
DON NITO ESLAVA: “Muy buenos días… Disculpe la molestia, pero supe que aquí ustedes venden cachorros de Pastor Alemán… Serían tan amables de mostrármelos… Deseo adquirir uno hoy mismo”
Ese que hablaba era el magnánimo y poderosisísimo Don Nito Eslava, hombre importante de negocios, súper reconocido y con toda la plata del mundo, vivía junto a su querida esposa en la mejor urbanización de la ciudad. Había decidido adquirir un ejemplar de Pastor Alemán debido a la recomendación de varios amigos suyos del Country Club, también tenía bastante información sobre esta raza gracias a la lectura de varios libros que ya había devorado leyéndolos uno a uno.
El Doctor Moquillo, médico veterinario del Criadero de Perros Garrapatas Saltarinas, de inmediato reconoció al importante visitante que tenía parado allí enfrente.
DOCTOR MOQUILLO: “Don Nito Eslava… Caramba, que agradable sorpresa tenerlo por aquí en nuestro humilde criadero… Lo que usted está buscando se lo tenemos… Casualmente nos queda ese cachorro de pastor alemán que usted necesita… Ahhhhhh… Un momento… A la orden amigo… ¿Qué desea?”
El Doctor Moquillo se dirigía verbalmente al otro personaje que se encontraba parado junto a Don Nito Eslava y que había llegado casi simultáneamente con el magnate.
LEO PALEO: “Buenos días tengan los caballeros aquí presentes… Yo pues vengo por lo mismo que el Don… Necesito urgentemente un cachorro de pastor alemán y me dijeron que aquí los venden a buen precio”
Ese que hablaba era el popular Leo Paleo, un reconocido apostador de la ciudad, cuando no estaba jugando a las cartas, estaba rematando caballos, se lo pasaba de casino en casino y jugaba cualquier clase de juego de envite y azar. Pero… ¿Qué hacía Leo Paleo en aquel criadero de perros?... ¿Cuál era su interés por adquirir un pastor alemán?... Se los decimos de inmediato.
Precisamente anoche, Leo Paleo había estado jugando al Poker Texas Holdeem en un reconocido casino de la ciudad, en una mano decisiva iba All In, o sea con todas sus fichas contra el chino Mitochi Misuda en la mesa final. Lamentablemente la suerte no acompañó esta vez al pobre Leo, no solo perdía todo el dinero de la mesa, también debía saldar una extraña apuesta que había cazado aparte contra el chino, en la cual debía pagarle con un pequeño perro pastor alemán, quien sabe para que, pero esa había sido su solicitud específica y Leo debía pagar, en pocas palabras, el perrito que estaba a punto de comprar era para pagar una apuesta a un chino mafioso.
DOCTOR MOQUILLO: “Oh… Pero que casualidad… Ambos vienen por un cachorro y justamente nos quedan dos cachorros para la venta… Por favor… Pasen adelante, están en su casa… Vamos a buscar los dos ejemplares”
Detrás del Doctor Moquillo iban Don Nito Eslava, el importante millonario hombre de negocios y Leo Paleo, el ludópata apostador… Ambos iban por un cachorro de pastor alemán aunque las intenciones no eran las mismas.
Al llegar hasta el área donde tenían a los pequeñines, el Doctor Moquillo dejó que cada uno de los clientes escogiera a su gusto el pequeño cachorro que llevarían. El primero en escoger fue Don Nito Eslava.
DON NITO ESLAVA: “Jejejeje… Hola chiquitín… A partir de hoy serás miembro de la familia y tu nombre será: Yorsua Molto von Berger Swahsteiger Primero”… Aunque te diremos Yorsua”
Que elegancia, que prestancia, que pureza y que finura con la que habían bautizado a este noble y afortunado cachorro.
Leo Paleo hacía lo propio, acercándose hasta donde se encontraba el último cachorro restante, lo tomó por el lomo, lo levantó y dijo:
LEO PALEO: “Hola bichito… A partir de hoy serás miembro de la comunidad china de esta ciudad y tu nombre será: Pelusa… Pelusa segundo porque el primero es el gato callejero al que le doy de comer de vez en cuando”
Y así se separaban este par de hermanos, cada uno tomaba un camino distinto, ahora estaban por su cuenta y dependían de lo que cada dueño tuviese para ofrecer… ¿Qué irá a suceder?... ¿Les tratará bien el destino?... ¿Por qué Chita no dirige la Selección en vez del Farías?