CAP IV
Aquella noche, poco o nada pudo dormir el pobre pelusa en el interior de aquella pequeña caja de zapatos que le servía de casa. El ensordecedor ruido del restaurant de comida china, sumado a la bulla que hacían ese montón de viciosos jugadores dentro de aquel casino clandestino, mantenían al cachorrito en estado de alerta, aunque tenía sueño no dormía, de vez en cuando emitía pequeños chillidos en señal de angustia y sufrimiento.
Al escuchar aquellos gemidos, el chino Mitochi Misuda, propietario legal de Pelusa, se acercó a la caja de zapatos donde se encontraba el pequeño can.
CHINO MITOCHI: “Tranquilo pequeño pelito… No debes pleocupalte pol nala… Aquí te tlaje bastante comida y bebida… Tu lo único que debes hacer es comel y comel… No vayas nunca a parar de comel… Te necesito lo más goldo posible para diciembre… ¿Si?”
Y sirviéndole una cantidad grosera de arroz frito especial, lumpias, wonton y shopsuey, el inocente Pelusa se comía hasta el último granito de aquel banquete que le habían traído. Pero que oscuras intenciones tendrá este señor asiático con nuestro Pelusa… ¿Por qué lo quiere engordar tanto? Ya lo vamos averiguar, de momento vayamos hasta el otro lado de la ciudad, específicamente hasta la prestigiosa y lujosa urbanización El Mono Jojoy, en la quinta Helmintos, el hermano gemelo de Pelusa, nos referimos a Yorsua Molto von Berger Swahsteiger Primero, mejor conocido como Yorsua, estaba cómodamente ubicado en su gigantesco cuarto.
Si de algo estaba cansado este pequeño cachorro era de dormir y descansar, tenía a su disposición varios empleados de servicio, sin contar a su entrenador personalizado, quien le enseñaba buenos modales, posturas de campeonato, control de esfínteres y obediencia en general.
Justo en este momento ingresaba al cuarto su amo, el magnate hombre de negocios Don Nito Eslava, quien traía una carpeta con varios papeles en la mano.
DON NITO ESLAVA: “Yorsua, mi pequeño campeón… Esto que traigo aquí es muy importante… Como recordarás, mi queridísima esposa… Doña Respingada de Eslava… Está en un tour por Europa… En este instante me aprobaron todos los papeles necesarios para poderte llevar conmigo al viejo continente, así que mañana mismo podríamos estar saliendo rumbo a Milán Italia, para darle la sorpresa de tu llegada a la familia.”
Que más podría pedirle a la vida ese afortunado perrito, ahora hasta de viaje a Europa se lo llevarían, como si entendiera lo que le acababan de comunicar, Yorsua solo movía la colita con una expresión inmensa de felicidad en su rostro.
Nos preguntamos: ¿Qué podrá estar pasando con su hermano gemelo? Nos referimos, claro está, a Pelusa.
Después de haber cenado hasta la saciedad y con la barriga como un sapo a punto de explotar, Pelusa por fin lograba conciliar el sueño dentro de su pequeña caja de zapatos. Al parecer las cosas se normalizaban en su vida, tal vez ese chino no era mala gente después de todo. Hablando del chino, justo en este instante hace su entrada al área del restaurant donde pernoctaba el pequeño sabueso. Traía una carpeta con varios papeles en la mano.
CHINO MITOCHI: “Pelusa, mi pequeño campeón… Esto que traigo aquí es muy importante… Como recordarás, mi queridísima esposa… Doña Yin Ring Ying Ping… Vive en el Tibet, en este instante me aprobaron todos los papeles necesarios para poderte llevar conmigo al Lejano Oriente… Allá ser costumbre que las esposas reciban de sus esposos un regalo cuando llega el año de la rata… Entonces tu sel mi legalo para señora… Ella quiere un rico perrito goldo para almorzarlo junto a sus familiares… Esa ser una tradición milenaria en mi pueblo… Así que mañana mismo podríamos estar saliendo rumbo al Tibet, para darle la sorpresa de tu llegada a la familia".
Y vaya sorpresa la que se estaba llevando Pelusa, tal como si hubiese entendido, el perrito agachó sus orejas, metió el rabo entre las piernas y comenzó a echar números vertiginosamente… No había que sumar mucho, la ecuación era sencilla, si Pelusa no huía pronto, terminaría siendo el almuerzo de un grupo de tibetanos, a los que les encantaba la carne de perro.
Al otro día, cuando ya todos se preparaban para una jornada laboral más en el restaurant de comida china “Flesco Aholita No hay” el dueño del local, Mitochi Misuda, lo primero que hacía al entrar a la cocina era buscar la caja de zapatos con el perrito adentro… Cual sería su sorpresa, cuando retira la tapa de la caja y no encuentra más que restos de pelos regados por todos lados. Si, así como lo oyen, Pelusa había huido, entendiendo a la perfección los terribles planes gastronómicos para los que le tenían en mente, el inteligente can dejo la peluca y se perdió entre la gente en la calle.
A partir de hoy, Pelusa se convertía en un perrito callejero más, ahí se le veía, confundido entre el mar de gente, mientras su hermano Yorsua, a esa misma hora, partía en un vuelo de primera clase rumbo a la espectacular Italia.
¿Esta historia irá a quedar así?... ¿Será la calle inclemente con el pobre Pelusa?... ¿Quién sería el genio al que se le ocurrió clausurar el Cosmos y dejar podrir toda esa cantidad de comida adentro?