LLEVO LA PEGADA

CAP XI


Ni la más potente de las bombas lacrimógenas, ni el más puro gas del bueno, hubiesen hecho llorar a tanta gente en aquella facultad, como lo hizo Atkinson Pérez y su desgarrador discurso.

ATKINSON: “Y mi mamá hoy se despidió dándome un beso en la frente y pidiendo a los santos que me protegieran… Nosotros somos hijos únicos y sostén de familia… ¿Ahora quién le va a dar de comer Nemo, mi pez dorado del acuario?... Snif… Snif… Snif… Buuuuhhh… Buuuuhhh… Buuuuhhh

Las palabras de Atkinson fueron escuchadas por todos, Diógenes Espectro, líder de los estudiantes vagos y repitientes, decidió liberar al par de amigos.

DIOGENES: “Está bien… Está bien… Este chamo me arrugó el corazón… Vamos a dejarlos libres… Pero necesito hacerles una pregunta a ustedes dos… ¿Qué diablos hacen aquí en la Facultad de Ingeniería uniformados con camisas de bachillerato?

Quien tomó la palabra para responder fue Esquilachi Ramírez

ESQUILACHI: “Señor Diógenes… Disculpe todas las molestias que les hemos ocasionado… Lo que pasa es que mi amigo y yo vinimos a esta facultad con el objetivo de buscar unas entraditas para la fiesta del sábado en la Rueda de Tomate Bar… Le prometí a mi novia que la iba a llevar y… Y… Snif… Snif… Snif… No quería quedarle mal… Usted sabe como es uno cuando está enamorado… Buuuuhhh… Buuuuhhh…

DIOGENES: “Ya… Ya… Ya… No soporto más lágrimas… Esto se está convirtiendo en una novela chimba de Venevisión… Háganme el favor compañeros y me les dan las 4 entradas a estos chamos… Vamos a regalárselas como indemnización por los daños psicológicos ocasionados

Después de todo parece que las cosas empiezan a salirle bien a Esquilachi, el fin justifica los medios, a pesar del susto y el mal momento, las entradas ya estaban en sus manos, sería cuestión ahora de llevárselas a la bella Camila Pomodorata.

Oh no, ya va, un momento. Vamos a ver que está sucediendo a esta hora en casa de los Ramírez Paredes, Don Aquilino y Doña Ernestina, padres de Esquilachi, se preparan para salir de emergencia en su vehículo.

DOÑA ERNESTINA: “Aquilino mi cielo cálmate… Te puede dar algo en el corazón… No estamos seguros que ese muchacho que aparece en las fotos de twitter sea nuestro Esquilachi

DON AQUILINO: “Que si era Ernestina, si era él… No voy a conocer yo a mi hijo… Lo tenían en medio de una sala burrera… La pregunta es ¿Qué hace Esquilachi en la Facultad de Ingeniería?... Es que yo te lo vengo diciendo chica… Ese muchacho está actuando muy raro… Pero ya se acabó… Hoy mismo me va a tener que dar la cara y me va a tener que dar una explicación

DOÑA ERNESTINA: “Estoy de acuerdo contigo Aquilino… Pero salgamos de dudas y vamos hasta el colegio… Si no está allá eso quiere decir que si es Esquilachi el de las fotos

Que peligro inminente corre el protagonista de esta historia, sus padres van rumbo al colegio mientras él viene montado en una buseta junto a su amigo Atkinson, menos mal que decidieron llevar las entradas a la Facultad de Odontología en horas del medio día, pero que se apuren, ya se puede ver en la esquina el carro de Don Aquilino.

Definitivamente hoy los santos del cielo estaban con Esquilachi, a pocas cuadras del Colegio San Tiro Fijo, una cuadrilla de SEMAVENCA, la empresa encargada de los semáforos, no había encontrado una mejor hora que a media mañana para hacer sus trabajos de mantenimiento y trancaron el tráfico por ese sector. La cola que se formó es dantesca y le dio el tiempo suficiente a Esquilachi y su amigo para llegar al colegio e ingresar a clases como si nada.

Cuando finalmente llegaron al colegio, Don aquilino y Doña Ernestina pasaron directamente a la dirección.

DON AQUILINO: “Profesora Mitocondria… Vengo a quejarme de su colegio… Usted como directora deberá responder… Mi hijo Esquilachi ha sido secuestrado en la facultad de Ingeniería… Como es posible que lo hayan dejado salir sin autorización

PROFESORA MITOCONDRIA: “Señor Ramírez, le ruego que se calme… Esas acusaciones que usted hace son gravísimas… Le invito a que pasemos a los salones y veamos si es verdad que su hijo Esquilachi está o no está en clase

Efectivamente, los padres de Esquilachi fueron llevados por la mismísima directora hasta el aula de clases de aquel enamorado muchacho, poco a poco se iban acercando. Don aquilino apretaba su mandíbula con rabia, solo pensar que su hijo se estaba fugando de clases para meterse en problemas lo enardecía. Ahí están, esos son, llegaron a la puerta del salón y miran a través de la ventanilla.

PROFESORA MITOCONDRIA: “Se lo dije Don Aquilino… Ahí está Esquilachi… Sentado en su pupitre tomando nota de la clase de matemática… A mi no se me fuga ningún estudiante

Don Aquilino no lo podía creer, ahí, sentado tranquilamente, su hijo Esquilachi prestaba atención a la clase y hasta apuntes estaba tomando. Que pena con la directora, que pena con su esposa, pero sobre todo que pena con su hijo, haber dudado de él de esa manera y tan mansito que se veía.

Decidieron no llamarlo e interrumpir la clase, los padres de Esquilachi se sentían apenados con la profesora Mitocondria, después de pedir mil disculpas se retiraron a su casa convencidos que Esquilachi era todo un santo.

Llegaba el medio día, llegaba el final de la jornada académica por el día de hoy y llegaba para Esquilachi el momento de cosechar, era hora de recoger los frutos sembrados.

Es la hora de salida en Odontología… Esquilachi está parado en la puerta de la vetusta Facultad… Entre decenas de rostros busca al más hermoso de todos… Entre el gentío que a esa hora sale rumbo a su almuerzo, Esquilachi busca a la dueña de sus pensamientos desde hace varios días… Como los valientes guerreros que vuelven a casa triunfantes después de la batalla… Como el delantero que marca el gol de ganar el partido y se lo dedica a la tribuna… Como el súper héroe que solo quiere de recompensa una pequeña sonrisa… Esquilachi logra divisar a su linda Camila Pomodorata… En sus manos lleva las entradas para la fiesta en La Rueda de Tomate Bar… Se le acerca sigilosamente y le toca el hombro derecho… Al voltear, Camila se encuentra sorpresivamente con un Esquilachi Ramírez rodilla en tierra, brazos arriba y en sus manos las famosa entradas… Camila se siente halagada… El muchacho le había cumplido… Lo tomo por sus brazos, lo levantó y le dio un sonoro beso en el cachete que se prolongó eternamente para siempre en la memoria de nuestro protagonista… La vida era bella… Había valido la pena tanto sacrificio… ¿Será que por fin Esquilachi encontró su verdadero amor? ¿Será que esta historia termina aquí?... ¿Así?