CAP XXV
El inconfundible sonido del celular de Esquilachi indicaba que llegaba un mensaje, no era cualquier mensaje, era la respuesta al simple y reconciliador “Hola” que hace unos segundos había enviado a su adorada Camila.
Esquilachi tomó aire, con manos trémulas se preparaba a dar lectura aquel importante texto, la parpadeante luz roja de su aparato le indica que ahí estaba la posible solución a aquel tremendo problemón que generaron sus mentiras.
Que nervios, que tensión, justo cuando va a presionar el botón de leer mensaje…
ATKINSON: “¿Qué pasó el mío?… Escuché que te llegó un mensaje… ¿Es ella verdad?... ¿Es la jevita de Odontología?... Déjame ver… Ven acá… No me escondas el teléfono brother… Además… ¿No soy tu pana?”
Atkison estiraba sus brazos intentando arrebatarle el teléfono a Esquilachi, después de forcejear unos minutos, el protagonista de esta historia decidió permitirle a su mejor amigo ser testigo de aquello que le escribía Camila.
ESQUILACHI: “Atkinson… Atkinson… Ya va… Está bien… Yo le dejo leer el mensaje… Pero por favor deja que sea yo quien lo abre ¿Ok?”
Accediendo, Atkinson soltó a Esquilachi mientras este volvía a tomar su teléfono para leer el bendito mensaje, si… Era ella… Era un mensaje de respuesta proveniente de Camila, la bella Camila Pomodorata, el ilusionado muchacho abre el mensaje y…
ATKINSON: “¿Qué pasó Esquilachi?... ¿Qué dice?... ¿Por qué pusiste cara de ministro en interpelación?... ¿Qué te dijo?... ¿Qué te dijooooooo?”
ESQUILACHI: “Pues no se… Esto me confunde Atkinson… La que me respondió fue Camila… Pero no me saludó ni nada… Lo que me escribió fue: ¿Quién es?”
Efectivamente, para sorpresa de propios y extraños Camila Pomodorata respondía únicamente escribiendo esas dos palabras: “¿Quién es?”.
Atkinson trataba de buscar una explicación lógica, sensata, tal vez hasta científica que pudiese aclarar que significaba aquel misterioso: “¿Quién es?”
ATKINSON: “Ya se mi pana… Esa jeva botó el teléfono y ya no tiene los números de contacto… Por eso es que no lo identifica… O debe ser que lo está confundiendo con otro Esquilachi y como no sabe bien cual de los Esquilachis es, le pregunta ¿Quien es?”
Todo un genio el Atkinson ¿No?... Si de algo estamos seguros es que este muchacho si entra a la universidad sería un autentico milagro.
ESQUILACHI: “No se Atkinson… Me parece muy raro que me pregunte ¿Quien es?... Voy a decirle que soy yo… Hola Camila… Soy yo… Esquilachi ¿Te acuerdas de mí?... Ya se lo envié Atkinson ¿Y ahora que?”
ATKINSON: “Ahora a esperar que responda el mío… Yo que tu le hubiese puesto también el apellido para que sepa bien quien soy”
Llegaba la esperada respuesta de Camila, esta vez sin tanta parafernalia Esquilachi procedía de inmediato a dar lectura al mensaje.
CAMILA: “Por supuesto que se que eres tú Esquilachi… El mentiroso… Falto de pantalón… Billete de quince… Jabón de motel… Poco hombre… Que me cayó a mentiras… Si te pregunto ¿Quién es?... Es porque sencillamente ya no existes en mi vida… Yo ya me olvidé de ti… Te recomiendo que vayas haciendo lo mismo conmigo… Porque entre tú y yo más nunca volverá a existir algo… Es más fácil que Gadafi se mantenga en el poder a que tú y yo volvamos… ¿OK?... Piérdete Esquilachi… Piérdete… Te agradezco que borres mi número de tu teléfono… No quiero volverte a ver ni en pintura… No me escribas… No me llames… No pienses ni siquiera en mí… Si vuelves a fastidiarme te garantizo que toda la mafia siciliana te va a estar buscando… Yo personalmente le voy a poner precio a tu cabeza… HASTA MAS NUNCA PEDAZO DE PORQUERIA”
ATKINSON: “Naaaaa… Esa chama se está haciendo la dura mi pana… Usted la tiene loquita”
Esquilachi que si conocía bien a Camila sabía que la linda señorita estaba hablando muy en serio, tal parece que es un hecho irrefutable que la había perdido para siempre, de nada sirvieron los días que estuvo desaparecido, de nada sirvió dejar pasar un tiempo mientras se calmaban las aguas, de nada sirvió su mensaje con un simple “Hola”, las palabras más que contundentes de Camila retumbaban como retumban las huelgas de hambre en la conciencia de los dictadores.
Arrastrando sus pasos, sintiendo una enorme presión en el pecho, casi sin poder respirar, Esquilachi empezó a deambular como alma en pena rumbo al baño de hombres, de nada sirvieron las palabras de consuelo de su mejor amigo Atkinson Pérez, el muchacho simplemente guardó el teléfono celular en sus bolsillos e hizo lo que cualquier hombre mal herido del corazón haría en su caso.
ESQUILACHI: “Buiiiiiiiiiiii…. Snif… Snif… Snif… Buiiiiiiiiiiii… Snif… Snif… Snif… Buiiiiiiiiiiii… Perdí a Camila… Definitivamente la perdí para siempre… Por fin me levanto a una mujer en mi vida y la embarro de esa manera… ¿Y ahora que voy hacer?... Siento que se me partió el corazón… Hay que pena… Hay que dolor tan grande”
La dramática escena es presenciada en vivo y directo por la directora del colegio, la profesora Carmen Mitocondria, quien en ese momento caminaba por los pasillos del colegio.
PROF MITOCONDRIA: “Bachiller Ramírez… ¿Qué le pasa?... ¿Por qué viene llorando de esa manera?... ¿Le duele algo?... ¿Se siente mal?... Dígame en que puedo ayudarlo”
ESQUILACHI: “Gasdoirtgn… Juefgsbatermino… Hagyuperascuiper… Snif… Snif… Snif… Buiiiiiiiiiiii… Snif… Snif… Snif… Buiiiiiiiiiiii”
PROF MITOCONDRIA: “No le entiendo absolutamente nada Ramírez… Pero por lo que veo usted está muy mal… Tome, este es un pase de salida para que se retire inmediatamente a su casa y que sus padres lo lleven de inmediato al médico… No vaya usted a tener cólera o alguna otra enfermedad grave”
Esquilachi tomaba el pase de salida y se iba caminando rumbo a su casa en medio de un mar de lágrimas y mocos… No llevaba más de dos cuadras recorridas cuando sucedió lo que sucede normalmente en estos casos en los que pareciera que todos los dioses del cielo conspiran contra uno.
Si… Empezó a caer tremendo leño de agua… Y Esquilachi no tenía ni un pedacito de periódico para cubrirse.
ESQUILACHI: “Buiiiiiiiiiiii…. Snif… Snif… Snif… Buiiiiiiiiiiii… Snif… Snif… Snif… Buiiiiiiiiiiii”