CAP XXVI
Esquilachi llegaba a su casa, estaba totalmente empapado, más que el agua de lluvia, su ropa estaba mojada de tantas lágrimas y mocos que había botado durante el trayecto.
A Doña Ernestina, madre de Esquilachi, le llamó la atención que su hijo hubiese llegado a media mañana, eso no era normal, más extraño aún era ese sonido que provenía de su cuarto.
ESQUILACHI: “Buiiiiiiiiiiii…. Snif… Snif… Snif… Buiiiiiiiiiiii… Snif… Snif… Snif… Buiiiiiiiiiiii”
Llegaba el medio día y Doña Ernestina se acercaba al cuarto de su hijo para llamarlo a comer, antes de tocar la puerta volvió a escuchar lo mismo.
ESQUILACHI: “Buiiiiiiiiiiii…. Snif… Snif… Snif… Buiiiiiiiiiiii… Snif… Snif… Snif… Buiiiiiiiiiiii”
A las 4 de la tarde, en vista que no quiso bajar almorzar, Doña Ernestina trató de insistir para que por lo menos merendara, negativo, cuando intentó abrir la puerta.
ESQUILACHI: “Buiiiiiiiiiiii…. Snif… Snif… Snif… Buiiiiiiiiiiii… Snif… Snif… Snif… Buiiiiiiiiiiii”
Ya en la noche, después de ver su novela favorita, Doña Ernestina pasó frente al cuarto de su hijo y se topó con la misma escena que durante todo el día había presenciado.
ESQUILACHI: “Buiiiiiiiiiiii…. Snif… Snif… Snif… Buiiiiiiiiiiii… Snif… Snif… Snif… Buiiiiiiiiiiii”
Ya cansada y sumamente preocupada, Doña Ernestina decidió irrumpir en el cuarto de su hijo pasase lo que pasase.
DOÑA ERNESTINA: “Esquilachi hijo mío… Dios sabe que lo hemos intentado todo contigo… Tu papá trató de hablarte y no resultó… Hice que te confesaras con el padre Carras el pasado domingo y no logramos nada… Hoy fuiste a clases para ver si por lo menos cambiabas de ambiente y volviste peor… No me queda otra que obligarte hablar conmigo… Esquilachi, quieras o no hijito, te exijo que hablemos para de una buena vez saber que carrizo es lo que te pasa”
Con la contundencia y sabiduría que solo una madre puede tener, Esquilachi decidió abrir su corazón y contarle absolutamente todo a su mamá.
Esquilachi no se guardó nada, durante los siguientes minutos el muchacho cantó como Plácido Domingo, cada detalle fue expuesto a su progenitora, desde como la conoció en la Facultad de Odontología hasta el fatídico desenlace en el colegio producto de su sarta de mentiras.
Doña Ernestina le escuchó con sumo detenimiento, fue muy paciente, no lo interrumpió en ningún momento y dejó que su hijo se desahogara con ella. Esquilachi lloró en su regazo como un pobre cachorro desprotegido y sintió que un enorme peso se le quitaba de encima al poder compartir su sufrimiento con alguien.
ESQUILACHI: “Y así fue como pasó todo mamá… “Gasdoirtgn… Juefgsbatermino… Hagyuperascuiper… Snif… Snif… Snif… Buiiiiiiiiiiii… Snif… Snif… Snif… Buiiiiiiiiiiii”
DOÑA ERNESTINA: “Si hijo… Si… Te entiendo… Pero lo primero que te voy a pedir es que dejes de llorar tanto… Con llorar no vas a solucionar nada… Por lo que me has contado y por las características de esa muchacha… Yo que antes de ser madre, fui joven y también tuve mis novios… Puedo asegurarte que esa niña te quiere… Independientemente de la diferencia de edades… A pesar de tus terribles mentiras… Y muy a pesar de lo que te dijo… Pienso que puedes enmendar tu error y recuperarla… Pero primero debes volver a la normalidad… Regresar a clases… Practicar tus deportes… Hablar con tus amigos… En fin… Vuelve a ser el mismo Esquilachi de siempre… Ya con el pasar de los días Camila te va a perdonar… Y si no lo hace querido hijo, no debes echarte a morir… Eres un muchacho joven, atractivo e inteligente… Muchas mujeres querrán ser tus novias más adelante, vas a ver que es así”
Palabras que solo una madre podría mencionar.
Aquella noche Esquilachi durmió tranquilo, en sana paz, como un lirón, las palabras de su madre le habían ayudado enormemente, esta mañana había amanecido reconfortado, con más energía que nunca, se sentía revitalizado.
Se bañó, se afeitó, se arregló mejor que nunca, se perfumó hasta en los pies y salió rumbo al colegio. Veía todo distinto, con otra óptica, era un hombre optimista de la vida, se sentía bien y sumamente confiado en si mismo. Que bella era la vida, que hermoso el trinar de los pajaritos, que importa la inflación, la inseguridad y la corrupción si estamos vivos.
Una voz conocida lo hizo parar en seco.
RAMÓN MAMÓN: “Vaya, vaya, vaya… Pero miren a quien tenemos aquí… Esquilachi Ramírez y por lo visto está más feliz y alborotado que vendedor de Herbalife en congreso"
Era el pérfido y maquiavélico Ramón Mamón, archí enemigo de nuestro Esquilachi.
RAMÓN MAMÓN: “Ya me enteré de todo el cuento tuyo con la chama de Odontología… De cómo le caíste a mentiras impúdicamente para empatarte con ella… Quien ve al burro con sueño… Tan mansito y embustero… Y que estudiante de Ingeniería… Pero lo descubrieron”
ESQUILACHI: “¿Qué quieres Ramón?... ¿A que se debe esta interpelación?... ¿No te cuadran las cuentas? ¿O es que todavía te duele que te haya tumbado el año pasado a Ana maría Bora?”
Agggghhhh… Golpe bajo en la boca del estómago… Esquilachi le daba donde más le dolía al malvado Ramón Mamón.
RAMÓN MAMÓN: “¿Qué te pasa Ramírez… ¿Por qué revuelves las cenizas del pasado?... Yo no vine hablar de ex novias… Solo quería comentarte, por si te interesa, que tu bella Camila está saliendo con mi alto pana Whalid Al-Bajadmamad ¿Ok?... Ya son novios… Y si hablan de ti es para reírse… Eres como el chistecito fácil de recordar para momentos de aburrimiento”
Esquilachi hizo un esfuerzo sobre humano para no reaccionar de mala manera, se limitó a esbozar una pequeña sonrisa y decidió no darle largas a aquella conversación.
ESQUILACHI: “Me alegro por ellos Ramón… Espero que sean muy felices… Para tu información esa chama Camila ni me va ni me viene… Ahora con su permiso… Debo entrar a clase”
Esquilachi se retiraba de aquel lugar y se iba rumbo al salón, caminaba procurando no pensar en lo que había escuchado, recordaba las sabias palabras de su santa madre y volvía a sentir paz interior.
Un inmenso sentimiento de alegría invadía su cuerpo y se daba cuenta que aquel era un beautiful day, un bello día como para arruinarlo pensando en Camila Pomodorota y su nuevo supuesto novio… Imaginaba a Camila tomada de la mano del Turco y recordaba esa bella sonrisa cada vez que se daban un beso… Su rico olor… Aquellos días que caminaban por horas sin aburrirse y la suave textura de su piel…
Tantos planes juntos… Tantas promesas hechas en nombre del amor… Sus pensamientos… Sus cariños… Y aquella vez que por primera vez se dijeron te quiero.
ESQUILACHI: “Buiiiiiiiiiiii…. Snif… Snif… Snif… Buiiiiiiiiiiii… Snif… Snif… Snif… Buiiiiiiiiiiii”