LAS NUEVAS AVENTURAS DE CANDY CANDY (Presiona aquí para el audio)


CAP II

“El capítulo de hoy se titula: Más salado que coleto de barco”

Terminaba la jornada académica vespertina en la Escuela de Enfermería donde cursaba estudios la protagonista de esta historia Candy Candy, la muchacha iba rumbo a su residencia en el Hogar de la Señorita Pony, mientras caminaba pensaba y repasaba cada una de las instrucciones dadas por sus profesores hoy en la Facultad, sin embargo, un rictus melancólico dejaba ver en el rostro pecoso de la linda señorita que las cosas no eran tan color de rosa como parecían ser.

Al llegar a la residencial estudiantil un viejo conocido por la fanaticada le dio la bienvenida a la sufrida muchacha.

CANDY CANDY: “Clint… Clint… Mi fiel e incondicional compañero de vida… ¿Cómo andás zurdo?... ¿Te comiste todos los pescuezos de pollo que te dejé para el almuerzo?”

Si, era Clint, el noble perrito cacri que Candy Candy había rescatado de la calle y que ahora era su mascota. Ya Clint no vivía en la clandestinidad dentro del Hogar de la Señorita Pony, ya era aceptado formalmente por todos, incluso por la misma Señorita Pony, a quien no le quedó más remedio que permitirle vivir en su casa.

CANDY CANDY: “Que bien me conocés Clint… Sos un fenómeno pibe… Tenés razón… Ando mal… Cargo tremenda bronca encima… Y si no me equivoco ya sabés el por qué de mis sentimientos… No me mires así Clint… No me mires así que me hacés sentir peor che… Si… Es por él… Hoy me hablaron de Anthony”

Efectivamente Clint tenía razón, Candy Candy suspiraba frenéticamente debido a que hoy su amiga Patty Zorreta le había hablado sobre Anthony y el fulano paseo que habría este fin de semana en la montaña. Aunque Anthony no tenía ni la menor idea de la existencia de Candy Candy, esta si lo conocía muy bien, le sabía todos sus pasos, sus gustos, sus amistades… En fin… Candy Candy sufría de lo que comúnmente se conoce como estar enamorado bobo y solo. Pobre muchacha, tan linda, tan simpática y tan sola en la vida, pero ¿Por qué?... Eso lo sabremos a medida que avance esta historia y conozcamos más de su vida.

Mientras tanto dirijamos nuestra atención al otro lado de la ciudad, en el estudio de grabación El Barranco Estéreo, del conocido ingeniero en sonido Waldir Barranco, se prepara para ensayar una banda de rock que alquiló el estudio por las próximas dos horas.

ANTHONY: “Bueno muchachos… Recuerden que el toque es este fin de semana en la fiesta del Valle… Así que debemos ensayar bastante para complacer a nuestros fanáticos… Por favor atentos a mi señal… Y un… Dos… Tres… Cuatro…”

Si, ese que cantaba era Anthony y su banda “Los Indigentes Buena Gente” o los IBG como también se les conocía, habrán podido notar que ya Mérida tenía un Grammy asegurado. Los Indigentes Buena Gente era una banda ampliamente conocida en la ciudad, más que por su talento o capacidades musicales, era por la popularidad de los integrantes de la misma, todos eran hijos de papá y mamá que les compraban los mejores instrumentos, les cuadraban toques en los mejores locales, les financiaron absolutamente la grabación de su primer disco en el exterior y se bajaban de la mula como Dios manda pagando payola en las radios inescrupulosas que les cobraban, así fueran re malos, para sonarlos en su programación.

El vocalista y líder de la banda era Anthony Colina, hijo del reconocido empresario Don Cimitrio Colina, dueño, amo y señor de la más importante cadena de tiendas por departamentos de la ciudad llamada El Rey de la Colina, es por eso que a Anthony se le conocía como el Príncipe de la Colina, por ser el único heredero de la fortuna y el emporio de su padre.

Aunque era rockero metalero en realidad Anthony era un muchacho muy tímido e introvertido, su pasión era la música y procuraba no distraerse con la gran cantidad de seguidoras y fanáticas que constantemente le asechaban. Anthony era un muchacho muy bien parecido, alto, delgado, blanco, cabello largo rubio, ojos azules y de vez en cuando tocaba dentro de la banda la gaita escocesa.

ANTHONY: “Bueno muchachos… Ya está bueno de ensayar por esta noche… Vámonos a dormir… Ya cuadré con Waldir para venir a ensayar mañana otro rato… Recuerden que aun nos falta por montar canciones como: “Mi limón mi limonero” “El Plebeyo” y “Tu me enloqueces” de Sandro”

Así se retiraban los músicos y se disponían a descansar… Hablando de descansar, veamos rápidamente, antes que se quede dormida, que sucede con Candy Candy en el Hogar de la Señorita Pony, a esta hora la protagonista de la radionovela conversa en su habitación con Annie, su vecina y confidente.

CANDY CANDY: “Pues si che… Como te venía diciendo… Soy la única tonta, mil veces tonta que se enamora sola de tipos inalcanzables… Es como si tuviese una pava guajira encima… Fijáte lo que me pasó con Marcos… Lo presioné tanto que terminó metiéndose a seminarista… Y a Joseíto lo confundí tanto que terminó de estilista en una peluquería… Yo no tengo suerte con los hombres querida Annie”

ANNIE: “Ya va chama, ya va, ya va… Ni muy calvo ni con dos pelucas… Se que estás pasando por un momento difícil, pero de ahí a renunciar a los hombres tampoco… Cuando yo tengo esos conflictos emocionales pelo por la foto de Ricardo Ferrer y es ahí donde me doy cuenta que lamentablemente los hombres son un mal necesario… Cálmate y dime quien te tiene así de confundida”

Dejando abrir su alma y corazón, Candy Candy expuso a su amiga Annie todos los achaques sentimentales que le aquejaban en ese momento, le habló claro y raspado sobre Anthony, lo que sentía inexplicablemente por ese tipo que no sabía ni de su existencia, en fin… Se lo dijo todo.

CANDY CANDY: “Como verás che querida, es tremendo quilombo el que tengo en mi cabeza… No se que hacer ni para donde ir… ¿Qué me recomendás Annie? ¿Qué puedo hacer con toda esta pelotudez que tengo en mi vida?”

ANNIE: “Ah no chama, yo pensé que era algo realmente grave… te voy a decir lo que vamos hacer… Este fin de semana nos vamos para esa fiesta en el Valle… Búscate tu mejor ropita… Tus mejores lazitos para que te recojas esas dos colas y prepárate que vamos a buscar a esa tal Anthony ¿Ok?”