
CAP XXVI
EL CAPITULO DE HOY SE TITULA: “POR UNA LAGRIMA DE AMOR DE AMOR FINGIDO… YO LA RAZON… POR TI HE PERDIDO”
Ahí estaba el pobre Anthony, siendo testigo presencial de la rasguñada de arepa que le estaban echando en sus propias narices, empezó a caminar tan rápido como podía en medio de aquel diluvio universal para tratar de interceptar a su Candy Candy que en ese momento era acompañada por el doctor Archibald Galeno, mejor conocido como el Doctor Archi, hasta la puerta de la residencia estudiantil donde habitaba.
Como suele suceder cuando llueve, la avenida 5 era literalmente un rio, el nivel del agua llegaba hasta las puertas de las casas, Anthony hacía un esfuerzo sobre humano para sortear todo tipo de obstáculos que se le atravesaban por el camino, escombros, bicicletas destruidas, bolsas de basura, afiches del PSUV con la cara del Fantasma… Era una situación verdaderamente difícil, cuando estaba a pocos metros de su objetivo pudo observar que el Doctor Archi volvía abordar su lujosa camioneta y arrancaba de inmediato, ni modo, con él hablaría en otra oportunidad, lo más importante ahora era ubicar a Candy Candy, con ella era que necesitaba hablar para tratar de rescatar su noviazgo.
Más mojado que pasajero de peñero en mar abierto, el pobre Anthony por fin llegaba hasta la puerta del Hogar de la Señorita Pony, intentaba controlar su frecuencia cardio respiratoria, tomaba aire, se secaba el agua de su rostro y procedía a tocar el timbre.
PONY: “Un momento… Ya voy…Que ya voy… Por Cristo bendito… YA VOOOYYYY... ¿Será que vienen necesitando el baño o qué?”
ANTHONY: “Disculpe que la vuelva a molestar abuelita… Pero necesito hablar urgentemente con Candy Candy… Se que ya está aquí… Pude ver cuando ingresaba a la casa”
PONY: “Mire zagaletón… Primero le voy a decir, si me quema el timbre usted me compra uno nuevo… Segundo, deje de estarme diciendo abuela… Vaya a decirle abuela a su, a su, a su… Abuela… Y tercero, Candy Candy si está, pero no se la voy a llamar, lo que menos necesita esa muchacha en su vida es un ejemplar como usted, prefiero que se empate con un miembro del Colectivo la Piedrita a que ande perdiendo el tiempo con usted… Locutor de pacotilla”
ANTHONY: “Ok nonita… No quería tomar medidas drásticas, pero usted me está obligando… Primero no soy locutor, al único que conozco que le dicen locutor de pacotilla es a Jairo Duarte… Y segundo, o usted me llama a Candy Candy o la denuncio ante la comisión nacional de costos y precios justos para que le expropien esta residencia estudiantil por andar cobrando alquileres abusivos a sus inquilinos”
PONY: “Está bien… Tú ganas… Ya te llamo a Candy Candy… Es increíble como la gente se aprovecha de una infeliz abuelita, cof, cof, cof… Mi único pecado ha sido intentar darle lo mejor a mis arrendados”
Y arrastrando sus pasos mientras se tomaba la espalda, la Señorita Pony se dirigía a la habitación de Candy Candy quien en ese momento se probaba unos trajes de baño que le prestaba su amiga y vecina de pieza, Annie.
CANDY CANDY: “¿Estás segura Annie que este traje de baño con la cara del Che Guevara se me verá bien?”
ANNIE: “Claro chama… Ese lo compré en la Habana una vez que me llevaron para adoctrinarme… Y viene con una boina verde militar por si te la quieres poner”
CANDY CANDY: “No Annie, gracias… Ya con la barba postiza me basta”
En ese momento le tocaban la puerta de la habitación a Candy Candy
PONY: “Candy Candy… Afuera te están buscando… Por favor, necesito que despaches rápido a ese individuo”
Sin decir más nada, la Señorita Pony se daba media vuelta y se retiraba a la cocina, un pequeño escalofrío le recorría la espalda a la linda protagonista de esta historia
CANDY CANDY: “¿Será que es quien me estoy imaginando?... ¿O será el árabe al que le debo una plata por las sábanas rosadas?... Diosito, que no sea él… Que no sea….”
CANDY CANDY: “Anthony… ¿Qué hacés aquí pibe?... Ya me enteré de todo… Ya supe lo de tu noviazgo con la tal Macnolia… Déjame felicitarte… De sus 1675 novios, vos has sido el primero en ofrecerle matrimonio… Sos un fenómeno”
ANTHONY: “¿Matrimonio?... ¿Cómo así?... ¿Qué significa todo esto?... ¿Quién te dijo esa calumnia sobre mi Candy Candy?”
ARCHI: “Se lo dije yo… ¿Ok?”
Ahí parado en la puerta de la residencia estudiantil estaba el doctor Archi.
ARCHI: “Se lo dije yo Anthony… Y lo hice por su bien… Ya estaba cansado de ver sufrir tanto a esta señorita que la considero casi mi hermanita menor… Esa apuesta de 10 mil dólares que tuve que pagar… Lo de anoche en la finca de papá… ¿Hasta cuando se supone que ibas hacerle daño a la pobre Candy Candy?
ANTHONY: “Pe, pe, pe, pero… Tampoco así… Si, es verdad que suena peor de lo que en realidad pasó, pero….”
CANDY CANDY: “Pero nada Anthony… Nada… Esto ya se acabó… Te lo voy a decir como ese locutor resentido de las 5 de la tarde… Métetelo en la cabecita… No quiero más nada con vos… Esto se acabó… El doctor Archi gentilmente me ha invitado a su apartamento de playa en Margarita y pienso ir a pasar unos días allá mientras me despejo”
ANTHONY: “¿Maragarita?... ¿Y se van a quedar en la misma habitación?... ¿Ustedes dos en la playa?... ¿Una mujer linda como tu en la playa con un tipo multimillonario?... Dos y dos son cuatro, cuatro y dos son seis… Seis y dos son ocho… Ahhhh…. Ahora entiendo… El Doctor Archi me hizo tremendo cajón”
Lo que Anthony Pitágoras no captó es que mientras sacaba estas cuentas matemáticas obvias, ya Candy Candy y el Doctor Archi se habían montado en la camionetota y partían rumbo al aeropuerto
Al caer en cuenta, Anthony salía como alma que lleva el diablo a tomar la camioneta de su mamá lo más pronto posible para darles alcance.