
CAP XXX
EL CAPITULO DE HOY SE TITULA: “EN UN ARREBATO DE MI VIDA LOCA… DARTE UN BESITO EN LA BOCA”
Las sorpresas no han dejado de estar presentes en el imponente viaje a la playa que le ha dispensado el Doctor Archi a la linda Candy Candy. Luego de haber nadado entre delfines, haberse bañado en las paradisiacas costas de la Isla de Coche, haber disfrutado de todo tipo de manjares, incluyendo una sesión bien completa de terapias relajantes de masajes en un spa, ahora como si fuera poco, el doctor Archi invita a Candy Candy a abordar un pequeño helicóptero que les llevará hasta la cubierta de un crucero privado donde cenarán langosta a la luz de las velas.
CANDY CANDY: “No tengo palabras para agradecer tantas atenciones doctor… Esto ha sido para mí como si estuviese metida en un sueño… Debo confesar que ahora es donde entiendo a los boliburgueses… Siempre hablan de socialismo e igualdad… Pero esto es demasiado bueno… Con razón cuando agarran algo de billete lo primero que hacen es irse a Disney World… El capitalismo será algo malo… Pero es demasiado sabroso”
ARCHI: “Jejejejeje… Tienes razón linda Candy Candy… Por ahora solo te quiero pedir dos grandes favores… Primero: deja de decirme Doctor Archi… Dime Archi… A secas… O en su defecto dime Memo… Como me llamaban cuando estaba chiquito… Y segundo: Quiero que ya dejes de estar triste… He podido notar que, a pesar de lo bien que la estamos pasando, de vez en cuando suspiras con nostalgia… ¿Es que acaso no he sido lo suficientemente atento contigo?”
CANDY CANDY: “Oh por Dios Doctor Archi… Ehhhmmm… Perdón… Archi… No vuelvas a decir algo semejante… La he pasado de maravilla… Estas han sido unas vacaciones bárbaras para mí… Si has notado algo de tristeza en mi rostro es porque de vez en cuando lo recuerdo a él… Snif, snif, snif… Si… A él… A ese Anthony… Me duele haber depositado tanta confianza en una persona con tantos problemas mentales”
ARCHI: “Bueno, bueno, bueno… Ya… No dañemos la velada hablando de ese pobre muchacho y sus vicios raros… Dejemos que siga con su desviada vida… Ahorita debe estar metiéndole plata a un caballo en algún remate… Seguramente estará acompañado de su nueva novia… Capaz y ya se enteraron que van a ser padres muy pronto”
CANDY CANDY: “Buuuaaaa… Snif, snif, snif… Tenés razón Archi… Mejor no hablemos de ese individuo… Vamos a comer tranquilos… ¡UUUYYY SU MADR….!!!... No sabía que íbamos a cenar alacrán gigante”
ARCHI: “Jejejejeje… Noooo linda Candy Candy… Eso es una langosta… Anda, pruébala… Se que te va a gustar”
Vamos a dejar a este par de dos disfrutar de los exquisitos manjares que ofrece la buena vida y metamos nuestras narices inmediatamente en la sala de espera de la lujosa Clínica el Prurito, a esta hora la diligente Marcolina Serafina, secretaria del doctor Archibald Galeno, recibe a un extraño personaje que ha llegado hasta la puerta del consultorio del mencionado médico.
MARCOLINA: “Disculpe señor… ¿Pero como fue que me dijo que se llamaba usted?... ¿Y que es lo que viene a buscar en el consultorio del doctor Archi?”
ANTHONY: “Ahhhh si… Disculpe señorita… Yo soy Ruperto… El nuevo empleado de mantenimiento de la clínica que contrató el doctor Archi antes de irse de vacaciones a la playa… He venido hacer la limpieza de su oficina… Usted sabe como es él… Que le gusta ver todo impecable”
MARCOLINA: “¿Nuevo empleado de mantenimiento?... Juuhhmmm… No recuerdo que el doctor Archi me haya dicho nada sobre la contratación de nuevo personal… Voy a tener que llamarlo a su teléfono móvil para saber si está de acuerdo con que usted ingrese a su consultorio”
ANTHONY: “Entiendo su posición señorita… Pero no me parece que sea prudente que usted lo moleste justo ahorita que está disfrutando de unas merecidas vacaciones… Junto a una hermosa chica catira… A la que debe estar cortejando y preparando para poseerla y a su vez enamorarla… Snif, snif, snif… Disculpe… En fin… Mire… Esta tarjeta de presentación del doctor me la dio justo antes de irse y me dijo que si había algún inconveniente o mal entendido la mostrara para aclarar todo”
MARCOLINA: “Ohhh… Disculpe… Tiene usted razón… Esta es una de las tarjetas de presentación del doctor… Sólo se las da a gente de su confianza… Una vez más disculpe… Pase adelante y haga su trabajo… Le ruego que cuando salga apague la luz… Yo ya me estoy retirando… Se hace tarde”
Como habrán podido notar ese tal Ruperto no es ningún empleado de mantenimiento, es nuestro Anthony, quien disfrazado con una braga de bedel, una nariz y bigote falso, más la tarjeta de presentación, que en algún momento le había dado el pérfido doctor Archi, lograba sortear este importante obstáculo de seguridad en la clínica.
ANTHONY: “Listo, se la creyó la amargada secretaria esa, ya estoy adentro… Ahora lo que debo es buscar pistas que me lleven a descubrir que es lo que realmente oculta el malasangroso doctor Archi… Voy a encender su computadora… Ahí seguramente podré encontrar información valiosa sobre eso que me contó Mac… Mac… Macno… Macno se que”
Durante los siguientes minutos Anthony hizo un hallazgo que le pondría los pelos de punta a cualquiera, efectivamente en esa computadora el doctor Archi tenía montañas de datos sobre pacientes de avanzada edad que le compraban, al precio que fuera, órganos de distinta índole de pacientes más jóvenes. Es así como el Doctor Archi encabezaba una maquiavélica red de médicos mafiosos que obtenían órganos de jovencitas en la flor de la vida para serles trasplantados a viejas millonarias que necesitaban mejores riñones, córneas, hígados, corazones, narices y en algunos casos glúteos firmes y redonditos.
ANTHONY: “Dios mío… Con razón ese doctor maniático está detrás de mi Candy Candy… La flaca está demasiado chévere y seguramente tiene planificado sustraerle algún órgano… No se… Tal vez sus ojos gigantes… O cualquier otra cosa… Debo llamarla ya mismo… Debo advertirla del peligro que está corriendo”
Suena en ese momento el teléfono de Candy Candy… Repica y repica y no atiende… Continúa repicando el teléfono de Candy Candy… ¿Pero por qué no atiende por Dios si es una emergencia?
Justo en ese instante, al ritmo del merengue de los 80´s, Candy Candy y el Doctor Archi bailan animadamente en la cubierta de aquel imponente yate de lujo.
CANDY CANDY: “Que bien bailás Archi… Jajajajajaja… Eres una caja de sorpresas… Que bien la estoy pasando… No me quiero ni imaginar que me tenés preparado para más adelante… Wiiiiiiii”
ARCHI: “Más sorpresas Candy Candy… Para más adelante te traigo muuuuchas sorpresas ¿Ok?”