CAP IX
EL CAPITULO DE HOY SE LLAMA: “EL ORDEN DE LAS TRACTORES NO ALTERA EL VIADUCTO”
Clint, el fiel perro de Candy Candy, hacía el trabajo que su ama le había encomendado la noche anterior al programarlo para que la despertara a las 7 en punto de la mañana. Era sábado de limpieza profunda en el Hogar de la Señorita Pony y hoy le tocaban los baños a Candy Candy, medio trasnochada por el guateque de hace unas horas, la linda protagonista de esta historia se estiraba y con una dulce sonrisa en su rostro ilusionado, recordaba cada detalle de lo que había sucedido en aquel concierto.
CANDY CANDY: “¿Será que lo de anoche solo fue un sueño?... Lo conocí… Conocí a Anthony… Y si mi instinto de mujer no me falla creo que se fijó seriamente en mí… Hasta me hizo una rosa con servilletas… Que original… Debo levantarme ya mismo… Voy hacer mis labores de limpieza lo más pronto posible… Hoy Anthony invitó al cine… Debo arreglarme lo mejor que pueda… De repente le hago caso a Irina y voy a inyectarme botox en la cara para verme mejor”
Saliendo velozmente de su cama Candy Candy iniciaba labores de limpieza en la residencia estudiantil el Hogar de la Señorita Pony, tiene apurarse, son por lo menos 8 baños los que debe lavar y a las 5 de la tarde la pasará buscando Anthony, ahí la vemos a la linda catirita, como con un motor debajo de la espalda, ataviada de pipotes de agua, guantes de caucho, desinfectantes y limpiador de pocetas Mas.
Mientras Candy Candy hace sus oficios hogareños, nosotros trasladamos nuestra atención a la lujosa urbanización Los Pranes, es ahí donde vive aún con sus padres Anthony, a esta hora nos lo encontramos ya despierto en su habitación, carga la guitarra en sus manos e intenta componerle una canción a Candy Candy. El sonido de la puerta interrumpe este momento de inspiración creativa.
ANTHONY: “¿Quién?”
MAMA ANTHONY: “Como que quien Anthony Isidro… Es tu mamá… Abre la puerta hijo… No entiendo porque te encierras en tu propia casa”
ANTHONY: “Disculpa mami… Lo que pasa es que a veces uno necesita privacidad”
MAMA ANTHONY: “Anthony… ¿Tú otra vez con esa guitarra?... Hijo, hasta cuando te voy a decir que te pongas serio y pienses hacer algo de verdad con tu vida… Recuerda que en 15 días presentas por tercera vez la PINA para Medicina… Espero que por fin entres a la universidad… Fíjate lo que le pasó a ese locutor de pacotilla que ahora hace novelitas para ganarse la vida”
ANTHONY: “Si mamá… Ya se… Estoy estudiando durísimo para pasar esa prueba… Quédate tranquila… Mami… ¿Será que me puedes prestar la camioneta esta tarde?... Quiero ir al cine con una amiga”
MAMA ANTHONY: “Uhhhmmm… Si mi osito… Como decirte que no… Llévate la camioneta”
ANTHONY: “¿Y será que me puedes dar una fuerza ahí mami?”
MAMA ANTHONY: “Claro hijo… Toma una fuerza… Aaaagggg”
ANTHONY: “Je, je, je… No mami… No me refiero a esa fuerza… Te estoy pidiendo que me des unos cuantos reales… Una fuerza… Es que ando limpio”
Como verán, a pesar de su aspecto de hombre de mundo, a pesar de lo rockero que se le veía, Anthony era un muchachito más dependiente que un pichón recién nacido, todo se lo tenían que dar, su gran filosofía era vivir de sus padres hasta que lo mantuvieran sus propios hijos.
Ya son la cuatro de la tarde, en una hora Anthony debe pasar buscando a Candy Candy, la linda señorita termino hace rato de lavar todos los baños de la residencia estudiantil, a esta hora nos la encontramos dando los últimos toques a su peinado y maquillaje.
CANDY CANDY: “Yo ya debería dejar de estar usando estas colas en mi cabeza… Me parece que ya están pasadas de moda… ¿Será que me dejó esta blusita escotada?... ¿O mejor me pongo el sweater cuello de tortuga con el lazo gigante en el cuello?... Si… Sweater cuello de tortuga”
Al escuchar que tocaban la puerta del cuarto, el noble Clint se volvió como loco.
CANDY CANDY: “Quieto Clint… Sale… Sale… Perro malo… malo tu eres”
La que tocaba era la Señorita Pony.
PONY: “Candy Candy… ¿Qué le pasa a ese perro saco de pulgas?... ¿No será que le estás dando panela?... Ahhhh… Que casualidad mijita que te estás arreglando… Venía precisamente a decirte que te pusieras linda… Me tomé la libertad de invitar a alguien que viene en un ratito a visitarte”
Sorprendida con lo que le decía la Señorita Pony, Candy Candy intentó reaccionar de inmediato.
CANDY CANDY: “Pe, pe, pero… Ya va Señortia Pony… Yo ya tengo un compromiso”
Tomándose la espalda y encorvándose más que de costumbre, la Señorita Pony se doblaba en actitud sumisa.
PONY: “Candy Candy… Nunca le digas que no a una pobre ancianita desprotegida… Recuerda que arriba hay un Dios que para abajo mira”
PONY: “Ahhhh… Llegó la visita de la que te hablé… Ven muchacha… Acompáñame a recibirlo”
Sorprendida aún con todo este asunto, preocupada porque no tardaba en llegar a buscarla Anthony, no le quedó más remedio a Candy Candy que acceder a la petición que le hacía la melodramática anciana.
PONY: “Hola mi amor… ¿Cómo me le va?... Adelante por favor… Pase adelante”
Candy Candy quedó paralizada, al ver ingresar a la sala de la casa, nada más y nada menos que al doctor Archibald Galeno, o el doctor Archi, con un ramo de rosas gigantesco, un globo rosado con un Winie Poh adentro y una caja extra grande de Tobleronne.
ARCHI: “Muy buenas noches preciosa… Aquí estoy… Si Mahoma no va a la montaña, la montaña va a Mahoma”