
CAP XI
EL CAPITULO DE HOY SE TITULA: “NO ESTOY TRISTE… NI ES MI LLANTO… ES EL HUMO DEL CIGARRILLLO EL QUE ME HACE LLORAR”
En el interior de la residencia estudiantil permanecían su propietaria, la señorita Pony, junto a Candy Candy, el doctor Archi y el recién llegado Anthony.
PONY: “No es por nada ni por hablar mal, además, a mi nunca me ha gustado darle a lengua… Pero sinceramente muchachito… En qué cabeza cabe hoy en día invitar a salir a alguien en buseta”
ANTHONY: “En buseta no doñita… Vamos a ir en taxi… No se preocupe que el cine tampoco está tan lejos yo aquí traje una sombrilla… Vamos ya Candy Candy”
Pero que pesado se había puesto el ambiente repentinamente en aquella vieja residencia estudiantil, para bajar un poco las tensiones tomó la palabra el doctor Archibald Galeno, mejor conocido como Archi.
ARCHI: “Ya va un momento… Vamos hacer algo… No pude evitar escuchar que los jóvenes tienen planeado ir al cine… Bueno… No se preocupen… Precisamente el cine está en la vía de mi lujoso apartamento de soltero… Yo los puedo llevar… Vamos que yo les doy la cola”
PONY: “Ay doctor… Menos mal que existen héroes es este mundo… Si no fuera por hombres como usted, todas las mujeres seríamos una especie de Inés María Calero cuando el gorila del Miguel Moli la boxeaba… Ese es el espejo en que debes mirarte Candy Candy… Recuerda que más sabe el diablo por viejo que por diablo”
Sin dejarla terminar aquella melodramática exposición, Candy Candy intervino para cambiarle el tema a la histriónica viejita.
CANDY CANDY: “Ehhhh… Si, si, si… Señorita Pony… Tenés toda la razón… Doctor… ¿Nos vamos?... La película está por empezar”
Unos minutos más tarde nos encontramos a Candy Candy y Anthony a bordo de la lujosisisima camionetotototota del doctor Archi, era un vehículo realmente impactante, habían llegado a Venezuela solo 50 ejemplares, de los cuales 49 boliburgueses habían aparatado la suya. Anthony estaba boquiabierto con tanto lujo y tecnología, el pobre muchacho iba sentado en el puesto de atrás mientras Candy Candy iba al lado del doctor Archi, en el puesto de copiloto.
ARCHI: “Jovencito… ¿Anthony fue que me dijo que se llamaba verdad?... Es usted tan amable y me pasa ese equipo que esta a su lado”
ANTHONY: “¿La laptop esta?”
ARCHI: “Je, je, je… No… Eso no es una laptop”
ANTHONY: “¿Es un KP 9000?”
ARCHI: “Noooo tampoco… Es un Ipad 3… En el mercado solo existen los Ipad 1 y 2… Pero mi amigo personal Steve Jobs me envía siempre los prototipos para probar su mercancía”
Sorprendido con todo lo que veía, Anthony solo podía decir.
ANTHONY: “Perro… La pepa del queso pues”
Archi encendía aquel sofisticado equipo y del techo de la camioneta de pronto emergían televisores 3D.
ARCHI: “Tomen muchachos… Pónganse estos lentes de tercera dimensión… Espero que no sean de oídos sensibles… Voy a poner algo de música”
Candy Candy y Anthony jamás habían escuchado un sonido tan puro y potente en sus vidas, cada vez que el bajo de aquellas cornetas se activaba les despeinaba, era como si tuviesen una taquicardia perenne. Anthony seguía observando todo aquello como si estuviese en Disneylandia, pero Candy Candy no se dejaba sorprender por nada de aquello, su único interés era llegar lo más pronto posible al cine y así dedicarse a disfrutar junto a su añorado Anthony, mientras rodaban con la música a todo volumen la linda señorita pensaba.
CANDY CANDY: “Pero que tipo tan pelotudo este doctor Archi… El propio viejo verde… ¿Será verdad lo que dicen sobre este tipo de hombres?... ¿Que cuando ostentan de cosas tan grandes es porque tienen otras cosas muy pequeñas?... Menos mal que ya vamos a llegar al cine”
ANTHONY: “Disculpe doctor… ¿Y aparte de todo ese sonido tan impresionante que otro tipo de sorpresas guarda esta belleza?”
ARCHI: “¿Les gustaría un tentempié para disfrutar de su película en el cine?... Bueno… Voy a hundir este botoncito y…. Candy Candy por favor… Abre la guantera”
Cual sería la sorpresa de los muchachos cuando de la guantera de aquella lujosa camioneta emergía un espectacular asador de shawarma de acero inoxidable, que les daba la opción de pedirlo de carne, pollo o mixto.
Por fin llegaban al cine, al bajarse Candy Candy fue a despedirse del doctor Archi.
CANDY CANDY: “Muchas gracias doctor… Ha sido muy amable al traernos hasta aquí”
ARCHI: “Para servirte Candy Candy… Siempre estaré para servirte… Ahhhh… Anthony, una pregunta… Me has caído muy bien… Quisiera saber que vas hacer la próxima semana… Es para invitarte al Club… Un grupo de amigos vamos a jugar cricket y me preguntaba si te gustaría ser partida”
ANTHONY: “Caramba doctor… Yo en mi vida he jugado esa guarandinga, pero si usted me invita yo le tomo la palabra y acepto… Muchas gracias por la invitación… Usted también me ha caído muy bien”
De esta amigable manera se despedían Candy Candy y Anthony del simpático doctor Archi. Al salir con su camioneta del estacionamiento el doctor cambiaba la canción pachangosa que estaba sonando y ahora se dejaba escuchar una melodía un tanto más dramática.
ARCHI: “Usted también me ha caído muy bien… Papanatas… Ay Anthony… Pedazo de pelusa de ombligo… No te imaginas en manos de quien has caído… Buaaaa ja ja ja ja… Te vas arrepentir de haberte metido con los coroticos del pesebre… Candy Candy solo puede ser mía… Míiiiaaaaaa”