LAS NUEVAS AVENTURAS DE CANDY CANDY (Presiona aquí para el audio)


CAP XIX

EL CAPITULO DE HOY SE TITULA: “QUIEN PUDIERA TENER LA DICHA QUE TIENE EL GALLO… RAKATAPUNCHINCHIN EL GALLO SUBE”


Amanece y es un nuevo día, el movimiento de la ciudad es el propio para esta hora, la gente se dirige a sus sitios de trabajo, otros van a sus lugares de estudio y un minúsculo grupito se encapucha para crear el caos. Menos mal que en la ilustre Facultad de Medicina todo marcha con normalidad, en la Escuela de Enfermería ha terminado el primer bloque de dos horas de clases y los estudiantes salen al cafetín para tomar un nutritivo desayuno. Ahí podemos divisar a la protagonista de esta historia, nos referimos a nuestra Candy Candy, quien viene acompañada de su mejor amiga y compañera de estudio la Patty Zorreta.

PATTY: “Ahhhh… Candy Candy, Candy Candy… Eres toda una bichita… Ya veo que no perdiste el tiempo y te pusiste el súper collar de diamantes que te regaló anoche el doctor ¿No?”

Apenada y algo sonrojada por aquella observación de su amiga, Candy Candy bajó la mirada en clara señal de modestia.

CANDY CANDY: “Ya va… Pará, pará… No es para tanto Patty… Solo me lo puse porque me hacía juego con estos sarcillos chinos de plástico que parecen de diamantes… Pero por más nada ¿eh?... Además… No podés negar que el doctor se pasó con este regalo… Me parece bárbaro”

PATTY: “¿Bárbaro?... Es impresionante chama… A la única persona que yo le he visto un collar de esa magnitud fue a Cilia Flores cuando era la presidenta de la Asamblea… A más nadie”

La conversación entre el par de amigas fue interrumpida por un silbido que provenía entre los comensales de aquel cafetín.

ANTHONY: “Pssss… Pssss… (Silbido)… Candy Candy… Mi pequeña Tarzán Pecosa… Pssss… Por aquí Candy Candy”

Si, era él… Ahí sentado en una de las mesas del cafetín se encontraba Anthony Isidro Colina, el muchacho de la película, peinadito y perfumado, miraba con ojitos de perro pedigüeño, Candy Candy intentó hacerse la loca, intentó mirar para otro lado, pero no podía ignorarlo, no podía hacerse la dura ¿Qué tenía aquel galán que la desajustaba de esa manera?

CANDY CANDY: “Anthony… Anthony… Sabés muy bien que estoy brava con vos… Anoche me acosté a dormir con demasiada bronca por culpa de vos… Que sea la primera y última vez que fallas de esa manera… ¿Quedó comprendido?”

ANTHONY: “Comprendidisisisimo mi catira bella… Discúlpame de verdad… No voy a caer en explicaciones porque no vale la pena dañar este momento… A parte de venir a verte y saludarte… He venido porque quería hacerte entrega de este presente”

Sacaba del bolsillo de su chaqueta de AC DC una pequeña cajita envuelta en papel regalo el noble muchacho.

CANDY CANDY: “Ohhhh Anthony… No debiste haberte molestado… Sabés muy bien que con solo tu presencia a mí me bas…. ¡SANTA MARADONA!!!... Es una pucka de cuerito hippie y un anillo de concha de coco… Que detallazo mi cielo”

Justo en ese momento se acercaba a la mesa Patty Zorreta quien venía a saludar a Anthony, al ver el regalo que acaba de destapar Candy Candy solo pudo decir:

PATTY: “Ppppffff…Ja, ja, ja… Chama… ¿Y quien te regaló eso, Amador… Ja, ja, ja”

Candy Candy pelaba sus inmensos ojotes para que Patty cerrara la bocota y sobre todo para que no fuera a mencionar, ni por casualidad, el collar de lujosos diamantes que justamente anoche le había regalado el doctor Archi y que ya la linda catirita había escondido debajo del cuello de su sweater.

CANDY CANDY: “Ahhh… Ja, ja, ja… Tan graciosita la Patty… Bueno mi querido Anthony… Pasemos la página y olvidemos el triste episodio de anoche… Yo me tengo que ir a clases… Gracias por este regalo tan, tan, tan… Tan original… A la tarde no llamamos”

Y con un sonoro beso ambos tórtolos se despedían, ya a su salida, Anthony tomaba la buseta que le levaría hasta la clínica el Prurito, lugar de trabajo del doctor Archibald Galeno, mejor conocido como el Doctor Archi

ANTHONY: “Je, je, je… Que bien que le gustó el regalo a mi linda noviecita vale… Si me preocupó ese problema tan tonto que tuvimos… No vuelvo a meter la pata… Jamás me predonaria perder a una mujer tan valiosa como Candy Candy… Ahhhh… Aquí es… Clínica el Prurito… Según me dijeron aquí es donde trabaja el doctor Archi… Debo hablar con él para plantearle lo de mi ayuda para el ingreso a la Facultad de Medicina… Si no quien aguanta a mi señora madre un día más con la misma cantaleta… Por la parada señor por favor”

Así llegaba Anthony a la sala de espera en el lujoso consultorio del doctor Archi.

SECRETARIA: “Si, buenos días jovencito… ¿En qué puedo ayudarle?”

ANTHONY: “Ahhh… Buenas… Mire, vengo hablar con el doctor Archi… ¿Se encontrará por ahí?... Dígale que es su buen amigo Anthony”

SECRETARIA: “Si un momentito… Déjeme anunciarlo… Tome asiento por favor que yo lo hago pasar”

ANTHONY: “Muchas gracias”

Se sentaba Anthony en la impresionante sala de espera, boquiabierto no dejaba de sorprenderse con todas aquellas cosas exóticas que habían allí, especialmente con la inmensa pecera de agua salada, que en su interior exhibía tiburones blancos, caballitos de mar, delfines y varios esturiones que desovaban sus pequeños huevos conocidos como caviar, era algo realmente impresionante. Justo cuando estaba a punto de observar de cerca a los pingüinos fue sorprendido por una voz conocida.

ARCHI: “Mi hermanito del alma… ¿Que haces ahí afuera como cualquier mortal?... Ven… Pasa, pasa… Este es mi humilde clínica y recuerda que lo que es mío, es tuyo también… Pasa”